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Puno (Parte 3): Aramu muru y Juli

El lunes 2 de enero fue el cuarto día de nuestra visita a Puno.  Este día iba a ser menos ajetreado que el anterior, por lo que salimos un poco más tarde del hotel.  A las 8:00 am pasó a recogernos Beto Duran, quien sería nuestro guía el resto del viaje.

Enrumbamos esta vez hacia el sur por la vía 3S.  Recorrimos 45 kilómetros hasta Ilave.  En el camino también atravesamos los pueblos de Platería y Acora.  Unos 15 kilómetros al sur de Ilave se inicia un camino afirmado que conecta la carretera principal con la comunicad Mulla Contihueco.  Tomamos ese camino y tras unos 500 metros habíamos llegado a nuestra primera parada del día: Aramu muru.

Aramu muru

En el lugar se puede apreciar  una serie de formaciones rocosas que parecen ser aletas dorsales de un animal gigante. En una de ellas se encuentra tallado el portal de Aramu muru.  Conocido también como el Portal Interdimensional o Puerta del Diablo tiene un tamaño aproximado de siete metros de alto por siete de ancho.   Sobre él se han construido muchas historias.  La más conocida quizás sea en la que Aramumuru, un sacerdote inca, ocultó en este lugar el disco solar de Qoricancha para protegerlo de los enemigos (posiblemente los conquistadores españoles).  Otras historias indican que dicho sacerdote fue en realidad el dios Wiracocha.  También se comenta que este portal es un punto que conecta con otros lugares de la tierra y hay, inclusive, historias de personas que pisaron este sitio y nunca más se les volvió a ver.

Luz en Aramu muru

Sin duda, se trata de un lugar con un aire muy místico donde se realizan diversos rituales.  Escondidas tras unas rocas encontramos decenas de vasijas usadas, entiendo, para presentar ofrendas.  También frente al portal había piedras acomodadas en distintas formas, entre ellas una Estrella de David.

Luego de pasar un rato en la puerta tomándonos fotos y escuchando las diversas historias, caminamos hasta la parte superior de las rocas desde donde se logra una vista muy bonita de los alrededores.

En la parte superior de las rocas

La vista desde arriba era espectacular

Fuimos luego a la parte trasera, es decir, al otro lado de la roca donde está tallado el portal.  Aquí, el guía nos contó otra leyenda relacionada a la existencia de un túnel subterráneo de gran longitud que comunicaba el Cuzco con Tiahuanaco.  Supuestamente, en esta parte se encontraba un respiradero de este túnel.  Lo que vimos fue una cueva en la base de la roca, que definitivamente era profunda (lanzamos una piedra al interior y el sonido de los golpes al chocar con otras piedras se iba perdiendo a medida que caía).

Parte trasera de Aramu muru

Ingreso del supuesto ducto de ventilación

En la zona también pudimos observar algunas pinturas rupestres.

Pintura rupestre en una de las rocas

Poco antes de irnos del lugar, nos encontramos con una pareja de Bandurrias, aves típicas de Puno y del altiplano en general, anidando en una de las rocas.

Bandurrias anidando en la zona

Continuamos nuestro camino, siempre con rumbo sur por la carretera 3S.  Doce kilómetros más adelante habíamos llegado a Juli, conocida como La Roma de América, por el nivel artístico de sus iglesias.

Visitamos en primera instancia el templo de San Pedro Mártir, ubicado en plena Plaza de Armas.  Me gustó mucho el trabajo en madera hecho sobre las distintas figuras colocadas a los largo de la nave central.  Saqué algunas fotos, y rápidamente el conserje se acercó a indicarme que estaba prohibido.  No había visto la indicación al ingreso de la iglesia.  Ni modo.  La iglesia es muy bonita y vale la pena visitarla.

Exterior de la iglesia San Pedro Mártir

Luego hicimos una caminata por la plaza y aprovechamos para comprar el pan típico de la zona. Muy rico.

La segunda iglesia que visitamos fue San Juan de Letrán, ubicada a sólo dos cuadras de la plaza. Esta iglesia fue construida en el siglo 16 y mejorada recientemente por el Ministerio de Cultura.  Funciona también como un museo.  En el interior existen pinturas de diversas escuelas enmarcadas en pan de oro.  Lamentablemente nosotros no pudimos conocer su interior.  Era lunes, y la iglesia-museo abre todos los días de la semana, ¡excepto los lunes!

La agencia no nos advirtió de esto cuando compramos el ticket.   Personalmente, yo estaba más fastidiado conmigo mismo que con ellos.  Usualmente estas cosas no nos pasan, pues preparamos nuestro itinerario de forma concienzuda con anticipación.   En fin,  lección aprendida.  La próxima vez prepárate bien tú mismo y no dependas tanto de las agencias.

Iglesia San Juan de Letrán

Exteriormente la iglesia luce muy sencilla, pero no por ello deja de ser bonita.  Con la excepción del marco en la puerta de ingreso, el resto de sus paredes y techos no tienen el nivel de detalle encontrado en las otras iglesias de Juli.

El fastidio se nos quitó pronto, cuando Beto nos llevó a conocer la playa del pueblo.  Es un lugar muy escénico: los botes, el muelle y el lago combinaban de forma muy armónica.  La vista era muy bonita.  En los alrededores había un restaurante y una zona de esparcimiento donde podías rentar cuatrimotos y botes pedalones para pasear por el lago.   La cereza del pastel la pusieron unos coches a pedales que también rentaban ahí, especialmente uno amarillo que rápidamente me conectó con mi infancia.  Imposible no tomarme la foto para el recuerdo.

Playa de Juli

Recordando la infancia

Luz diviertiéndose un rato

¡Listos para cuatrimotear!

Nos quedamos un rato en la playa observando, descansando y tomando fotos.  Antes de irnos nos dimos unas vueltas en las cuatrimotos.  Muy entretenido.

Ya de regreso al centro de Juli pasamos a visitar la iglesia Santa Cruz de Jerusalén, ubicada apenas a cuadra y media de San Juan de Letrán.   Aunque esta iglesia se encuentra en ruinas (fue destruida por un rayo en 1914) no pierde para nada su atractivo.  Además de su exterior cuidadosamente labrado, la iglesia está ubicada en una zona inmejorable ya que desde el patio de recepción se logra una vista panorámica del Titicaca.   En el ingreso y a los costados del patio hay arcos de piedra que le dan al sitio un toque escénico muy bonito.  De lo más bonito que vimos en Puno.

Iglesia Santa Cruz de Jerusalén

Patio de recepción de la iglesia

Esta iglesia fue declarada patrimonio cultural de la nación en 1959.   Además, figura en la lista de la World Monuments Fund como uno de los 100 monumentos de importancia histórica para el mundo que urgen de restauración.

Pese a lo importante y bonito de esta iglesia, es una pena el descuido en el que se encuentra.  Pintas en sus paredes y basura en los alrededores desmerecen este increíble lugar.

Para cerrar nuestra visita a Juli, fuimos a conocer la cuarta iglesia, Nuestra Señora de la Asunción.  Ubicada a cuadra y media de la plaza de armas, también ha sido remodelada en numerosas ocasiones, al punto que hoy luce muy moderna y sólo su torre mantiene ese aire colonial.  Esta iglesia, al igual que la de San Juan de Letrán, funciona como museo y está administrada por el Ministerio de Cultura.  No pudimos conocer su interior por la misma razón: era lunes.

Iglesia Nuestra Señora de la Asunción

Ese día terminamos relativamente temprano (3:00 pm aproximadamente) y nos fuimos al centro de Puno a almorzar.  En el camino, a la altura de Chucuito, paramos a un lado de la pista para tomarnos unas fotos con unas cabezas gigantes, una Inca y otra Aymara, ubicadas una a cada lado de la carretera.

Cabeza Inca al lado de la carretera a la altura de Chucuito

De regreso a Puno por la carretera 3S

Una vez en Puno, escogimos el restaurante Mojsa, que varias personas nos habían recomendado.  La comida muy rica.   Yo probé el Lomo de Alpaca y, aunque el plato no lucía muy contundente, terminé más que satisfecho.  Definitivamente un lugar recomendado.

Lomo de Alpaca del restaurante Mojsa en Puno. Muy Rico.

Ya de vuelta en el hotel, nos reunimos un rato en la parte trasera que colinda con el lago.  Ahí había un pequeño muelle con una lancha.  Esa tarde no llovió por lo que estuvo propicio para sacar unas fotos del atardecer naranja sobre el lago.  Muy bonito.

Atardecer en el Titicaca, desde el hotel

Nos fuimos a descansar para el siguiente día, en el que nos esperaría un largo camino hasta Tiahuanaco.

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